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Instituciones

rlanda es una república parlamentaria dividida en cuatro provincias y 27 condados. Su máximo representante, el presidente, es elegido por sufragio universal cada siete años. El poder ejecutivo está en manos de un primer ministro. El legislativo lo ejerce el Parlamento, formado por la Cámara de Representantes, elegidos por votación popular cada cinco años, y por el Senado, cuyos miembros son designados por el primer ministro, las universidades y grupos representativos de la economía y la cultura. Los partidos políticos de mayor peso son el Fianna Fáil, de tendencia republicana; el Fine Gael, nacionalista conservador; y el Partido Laborista de orientación socialdemócrata.

Literatura

La literatura irlandesa se remonta al s. IV a C, con la llegada de los celtas, cuyas tradiciones épicas, centradas alrededor de las hazañas guerreras de los héroes Fingel y Ossian, fueron divulgadas por diversos narradores hasta la invasión de los normandos. Posteriormente, pese a las persecuciones contra la lengua gaélica, ésta subsistió en los tratados de medicina y de leyes, así como a través de la literatura épica y lírica. Pero a partir del s. XVIII los escritores irlandeses, como Jonathan Swift y Oliver Goldsmith, comenzaron a emplear el inglés. Tampoco el renacimiento nacional del s. XIX originó una producción literaria en gaélico; por el contrario, los grandes escritores de Irlanda se expresaron en inglés.

En la primera fila del resurgimiento irlandés contemporáneo se sitúa el poeta y dramaturgo William B. Yeats, premio Nobel de 1924, quien divulgó las pasadas glorias de la literatura y las leyendas populares irlandesas, en obras poéticas influidas por las corrientes metafísicas como El viento entre las cañas o La torre. Otra figura clave del movimiento de restauración gaélica fue el inquieto escritor George Moore, uno de los más europeos de los espíritus irlandeses, quien se destacó por igual en el ensayo y en la novela, con la creación de obras fundamentales del naturalismo en lengua inglesa como El lago, novela inspirada en el despertar político del pueblo irlandés debido a los esfuerzos de la clase trabajadora.

Sin duda el más célebre de los autores irlandeses es James Joyce, cuya obra mayor Ulises, publicada en París a causa de la proscripción oficial, transforma un día del Dublín de principios de siglo en uno de los acontecimientos fundamentales dentro de la narrativa del s. XX. El aporte de Joyce, opuesto al nacionalismo estrecho en materia de arte, se verificó en múltiples senderos a la vez, influyendo no sólo sobre la novelística inglesa o norteamericana, sino en Francia, Italia, Alemania y América Latina. Otros prosistas irlandeses destacados son Liam O'Flaherty y Frank O'Connor.

Arte

Las más antiguas manifestaciones del arte irlandés, dotado de una fuerte carga decorativa, son obra de los primeros pueblos celtas establecidos en la isla en época no datada. Desde el s. V comienzan a erigirse los monasterios, de los que aún se conservan las iglesias, construidas con enormes bloques de piedra y que revelan influencias orientales y romanas. Lo mismo ocurre con los relicarios y esmaltes de aquella época. La orfebrería y el grabado de grandes cruces llegó a su apogeo en el s. VIII, con una técnica basada en las líneas curvas entrelazadas y combinadas formando nudos, que constituye la nota más original del arte irlandés.

Música

Irlanda posee una vasta tradición musical, dotada de un rico repertorio folclórico y favorecida por numerosas instituciones, que se dedican a la organización de festivales de danzas populares y al fomento de la música, como la Real Academia Irlandesa de la Música.

Teatro

También el teatro en Irlanda se desarrolló bajo la influencia de dos lenguas, el inglés y el irlandés. Las ansias de renovación teatral y de restauración gaélica tuvieron su propia sede en Dublín a instancias del poeta Yeats y de la escritora Lady Augusta Gregory, quienes fundaron el teatro Abbey, en el que se desarrolló un poderoso movimiento neorromántico. Allí G. Moore estrenó La rama doblada, y Yeats hizo lo propio con sus dramas de clima lengendario La condesa Catalina y La tierra del deseo del corazón. También John M. Synge, discípulo de Yeats, estrenó sus obras en el Abbey y buscó la inspiración de las mismas en su tierra natal, conduciendo al teatro poético bien lejos de sus balbuceos impresionistas. Posteriormente, Sean O'Casey llevó a sus últimas consecuencias la actitud crítica y corrosiva del teatro Abbey.

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